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domingo, 4 de diciembre de 2011

El antes y el ahora en la Educación

¡Hola de nuevo!

Heme aquí para hablarles un poco de un tema que últimamente me ha estado  dando vueltas en la cabeza y que hoy quiero compartir con ustedes.

El tema me surge después  de algunos correos que me han mandado y de hablar con algunas mamás que me cuentan sobre el sistema de educación que llevan sus hijos en las escuelas nuevas que tenemos en nuestra ciudad y que es el mismo de tantos y tantos colegios de estos tiempos modernos, en donde pareciera que todo lo que nosotros aprendimos cuando éramos  estudiantes, ya caducó.

Ahora,  es más importante saber usar la tecnología que razonar, las redes sociales que la comunicación persona a persona, la habilidad para resolver problemas que la capacidad de prevenirlos. Y así  me podría estar por horas comparando lo que aprendíamos antes con lo que se aprende hoy.

En lo personal me parece que, como dice el dicho, “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”. Es decir, definitivamente el mundo de hoy tiene algunas necesidades específicas que antes no se requerían, pero las personas siguen siendo personas a pesar del tiempo y de las épocas.

A mí me encanta cuando algunas mamás me dicen  que los niños de hoy traen un chip más adelantado, que entienden la tecnología de manera natural y que son mucho más listos que lo que éramos cuando niños. Lo curioso es que nuestros padres pensaban lo mismo de nosotros, la diferencia es que ellos nos aceptaban con “nuestras modernidades”, pero  seguían siendo los que llevaban las riendas de nuestra educación  y  se basaban  en los valores y el sentido común que a su vez habían recibido de nuestros abuelos.

Seguramente también había conceptos y situaciones que no entendían, como también me paso a mí con mis hijos. Pero esa es la parte de la vida que nos reta a aprender, a leer y a poner en práctica nuestro liderazgo natural y todo regido por, únicamente, un montón de amor.

Sería bueno que nos preguntáramos, ¿será verdad que  mis hijos me sobrepasan?, ¿realmente ya  no se qué hacer con ellos?, ¿me siento bien educándolos como lo estoy haciendo y aguantando berrinches, contestaciones, cuestionamientos y malos comportamientos?

Si la respuesta es SI, adelante, pero si la respuesta es NO, detengámonos tan sólo un segundo y decidamos cambiar nuestras estrategias antes de que sea demasiado tarde y las culpas ocupen mas momentos del día de los que podríamos disponer para disfrutarnos.
Los sistemas van y vienen, las épocas desaparecen y las modas pasan, pero las historias sólo las escriben quienes se han atrevido a vivir.

Seguiremos con este tema, nos vemos en la próxima!!!

jueves, 6 de octubre de 2011

“Cuando los papás sentimos CULPA”

¡WOW, ya es jueves! No lo puedo creer, qué rápido se va la semana y con ella…la vida. Por eso debemos vivir con intensidad cada minuto, disfrutando al máximo.

El día de hoy quiero tocar un tema que me gusta mucho porque es complejo, pero muy común. Y es la CULPA que muchas veces sentimos los papás en cuanto a lo que estamos haciendo con nuestros hijos,  sentimiento que  traducimos muchas veces en remordimiento, y cuya reacción ante ella es la complacencia, la permisividad o lo que es peor, la indiferencia y que el tiempo lo cure todo.

Sentir culpa o miedo cuando somos padres es normal, tenemos en nuestras manos la vida de un ser humano y esa es una responsabilidad enorme.

Pero, ¿en qué momento empezamos a sentir esto?

La respuesta es sencilla, desde el principio…cuando los padres se asoman a la cuna de su hijo recién nacido, sus ojos son toda ilusión. Ven en aquel niño un horizonte amplio de posibilidades. Es una promesa abierta al futuro.

Consciente o inconscientemente se forjan ilusiones...

Pero a medida que el niño va creciendo y manifestándose, el horizonte se va estrechando. Los padres observan detalles, por lo que  sin formularlo mentalmente y sin decirlo con palabras, se empieza a pensar que aquel niño no es tan listo, ni tan simpático, ni tan agradable o tan fuerte como se había soñado.

 Es en ese momento cuando se cuela por debajo de la puerta el peligroso sentimiento de la desilusión y el miedo ante lo que se supone que debemos hacer y lo que se espera de nosotros.

El miedo es un aspecto normal y útil de la vida (ya que nos señala lo que es peligroso).

Se vuelve negativo cuando los padres sólo reaccionan desde el miedo, y olvidan virtudes como la confianza y la posibilidad de disfrutar de la vida, dejando de pensar y percibir y tan sólo reaccionando automáticamente con angustia ante la personalidad propia  de los hijos.

¡Aceptar a los hijos requiere un inmenso coraje!

Se vale tener ilusiones en cuanto a ellos; se vale tener un proyecto de vida para ellos y por el cual los vamos a guiar mientras nos necesiten para caminar. Lo que no se vale es que todo eso lo hagamos como una proyección sólo nuestra, sin tomarlos en cuenta a ellos.

Tener una ilusión sana por los hijos se fundamenta en aceptar a nuestros hijos como son. Esto es una tarea de todos los días, de todas las horas, una lección que no se aprende de una vez y que supone mucha voluntad y carácter por parte de los padres.

Todo niño, todo ser humano, posee la capacidad de ser persona feliz. ¿No somos nosotros mismos quienes se  lo estamos impidiendo con la excesiva ilusión? No debemos tener modelos equivocados resultantes del medio que nos rodea en la actualidad, modelos prefabricados por los medios de comunicación o por la generalidad de la sociedad que fácilmente nos puedan llevar a la desilusión y les pueda impedir a nuestros hijos el crecimiento hacia la madurez.

Una de las claves del éxito personal es la actitud positiva con la cual las personas enfrentan las diferentes situaciones en la vida.

¡Por eso es tan importante que nuestros hijos tengan experiencias de éxito!

Debemos ayudar a nuestros hijos a descubrir sus fortalezas y habilidades únicas, enfocándolos en ellas en vez de destacar sus áreas débiles.

Y así, paso a pasito, combinando nuestra experiencia de vida, el  proyecto que tenemos para ellos, su propia personalidad y las circunstancias que lo rodean, iremos adquiriendo las armas que necesitamos para enseñarlos a enfrentarse a la vida y podremos acompañarlos en ese camino para tenderles la mano cuando nos necesiten.

No vamos a dejar de sentir culpa o miedo por momentos pero cuando los veamos ir disfrutando sus pequeñas o grandes experiencias de éxito encontraremos las fuerzas para superar esos sentimientos por un día más.

¡Ánimo papás, no le teman a sus sentimientos, solo EDUQUEN CON LA RAZÓN, USANDO SU CORAZÓN!

Nos vemos….pronto!!!

viernes, 9 de septiembre de 2011

!!!Los abuelos!!!!!

Ya  es viernes otra vez!!!

Y como dicen por allí…hoy toca.

 Si, hoy toca hablar de las abuelas y abuelos, por si hay alguno que al que le guste visitar este blog.

Recordarán que la semana pasada hablamos de lo maravilloso que es para los niños poder compartir momentos con sus abuelos, sus enseñanzas y experiencias, las aventuras y esas pláticas sobre temas que, por alguna extraña razón, siempre son interesantes para los chicos y que los hacen poner atención por periodos que nosotros poco hemos podido conseguir.

Pero qué decir de nosotros los padres, cuantos realmente valoramos ese tiempo, esas charlas, esas aventuras que nuestros hijos viven con ellos, cuántos podemos decir que propiciamos esos momentos por lo que significan y cuantos otros lo hacemos, porque así me los cuidan mientras yo hago mis cosas, o mientras voy al trabajo o al cine.

Créanme hay una gran diferencia.

A los abuelos no sólo son los nietos quienes tienen que disfrutarlos, también nosotros.

Pero parece que con los años hemos perdido nuestra capacidad de asombro o simplemente no tenemos tiempo para observar y sentir.

Cuánto aprenderíamos si por tan solo un instante observáramos a nuestros hijos cuando están con sus abuelos; podríamos descubrir esa faceta de nuestros padres que con el pasar de los años y la rutian de la vida diaria no tuvimos la oportunidad de ver, los veríamos disfrutar como transmiten sus enseñanzas, escucharíamos anécdotas que quizá nunca supimos que habían pasado y, sobre todo, nos divertiríamos tanto haciendo cosas que cuando éramos pequeños nunca nos dieron permiso de hacer.

Sí, creo que ser abuelo es algo maravilloso para los nietos  y para los papás de los nietos.

Doy gracias a Dios porque mis hijos tienen la oportunidad de tenerlos.

Y de la bisabuela…de ella hablaremos la próxima vez porque esa…esa es otra historia.

Buen fin de semana!!!

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿Quiénes Educan?


Pareciera una pregunta ilógica ¿verdad? Por qué hacerla si todos sabemos perfectamente que los padres son los responsables de la educación de sus hijos ¿no?

Entonces…si es tan obvio, porque dejamos muchas veces la responsabilidad en manos de la escuela, las nanas o los abuelos.

Los maestros, orientadores, psicólogos, médicos y escuelas especiales pueden aportar a los padres una colaboración muy valiosa, pero ellos no reemplazan la educación familiar.

¡Los padres son irreemplazables!

La educación familiar es personal. Se conoce a cada uno de los hijos con sus cualidades, sus defectos  y sus reacciones habituales.

Los padres hacen pedagogía, a menudo sin saberlo, porque el amor por sus hijos los lleva naturalmente a comprenderlos, a resolver sus problemas, a ayudarlos en todo lo que pueden.

La buena educación se origina en la familia, crece en la escuela, se amplía en la vida social y puede consolidarse con las fortalezas personales y valores adquiridos.

Además, la educación en el hogar representa una gran ventaja: Es continua.

Sin duda… NO ES FÁCIL SER PADRES.

Más allá de toda teoría o frase popular, educar no es una tarea sencilla y mucho menos en un mundo globalizado y colmado de estímulos, pero tampoco nadie nos dijo que lo fuera.

Si decidimos emprender la aventura de traer hijos al mundo debemos asumir la responsabilidad que esto conlleva y tener el coraje de llegar hasta el final.

Recordemos que no hay familias perfectas, ni hijos perfectos.



La clave para ser una familia feliz está en la manera en que resuelven sus problemas.


Buen inicio de semana!!!